El cubismo fue un
movimiento artístico desarrollado entre 1907 y 1914, nacido en Francia y encabezado
por Pablo Picasso, Georges
Braque y Juan Gris.
Es una tendencia esencial pues da pie al resto de las vanguardias europeas del siglo XX.
No se trata de un ismo más, sino de la
ruptura definitiva con la pintura tradicional.
El cubismo es considerado la primera vanguardia,
ya que rompe con el último estatuto renacentista vigente a
principios del siglo XX,
la perspectiva.
En los cuadros cubistas, desaparece la perspectiva tradicional. Trata las
formas de la naturaleza por medio de
figuras geométricas,
fragmentando líneas y superficies. Se adopta así la llamada «perspectiva
múltiple»: se representan todas las partes de un objeto en un mismo plano. La
representación del mundo pasaba a no tener ningún compromiso con la apariencia
de las cosas desde un punto de vista determinado, sino con lo que se sabe de
ellas.
Por eso aparecían al mismo tiempo y en el
mismo plano vistas diversas del objeto: por ejemplo, se representa de frente y
de perfil; en un rostro humano, la nariz está de perfil y el ojo de frente; una
botella aparece en su corte vertical y su corte horizontal. Ya no existe un punto de
vista único. No hay
sensación de profundidad.
Los detalles se suprimen, y a veces acaba representando el objeto por un solo
aspecto, como ocurre con los violines,
insinuados sólo por la presencia de la cola del mismo.
Se eliminan los colores
sugerentes que tan típicos eran del impresionismo o el fauvismo.
En lugar de ello, utiliza como tonos pictóricos apagados los grises, verdes y marrones.
El monocromatismo predominó en la primera época del cubismo, posteriormente se
abrió más la paleta.
Con todas estas
innovaciones, el arte acepta su condición de arte, y permite que esta condición
se vea en la obra, es decir es parte intrínseca de la misma. El cuadro cobra
autonomía como objeto con independencia de lo que represente, por ello se llega
con el tiempo a pegar o clavar a la tela todo tipo de objetos hasta formar collages.
La obra resultante es
de difícil comprensión al no tener un referente naturalista inmediato, y ello
explica que fuera el primero de los movimientos artísticos que necesitó una
exégesis por parte de la "crítica", llegando a considerarse el
discurso escrito tan importante como la misma práctica artística. De ahí en
adelante, todos los movimientos artísticos de vanguardia vinieron acompañados
de textos críticos que los explicaban.
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